En los años '70 y '80, Alemania Oriental logró mejorar notablemente la performance de sus atletas en los Juegos Olímpicos. De hecho, con la nadadora Kornelia Ender como bandera, fue una de las naciones con mejor actuación en los Juegos de Montreal, en 1976.
La Alemania Oriental compitiendo en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 |
Con el tiempo se supo que miles de atletas del Este recibían esteroides y sustancias que mejoraban su rendimiento, sobre todo para demostrar su superioridad sobre el oeste. Muchos de los deportistas pensaban que estaban tomando vitaminas... No era así. Y expusieron su organismo y su salud a un tratamiento que podía generarles cáncer, malformaciones, infertilidad, cambios hormonales y hasta una muerte prematura.
Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, varios de los involucrados salieron a confesar su dopaje, parte de los planes del gobierno para lograr medallas y generar una identificación nacional a partir del deporte. La propia Ender dijo que recibía inyecciones desde los 13 años. Otra nadadora, Barbara Krause, sostuvo que no la dejaron participar de los Juegos del '76 porque los médicos habían calculado mal la cantidad de drogas que le habían aplicado y temían que diera positivo en un control.
Kornelia Ender ganadora de 5 medallas de oro en Montreal 1976 |
El gobierno resultó implicado en programas de dopaje que abarcaba el uso del Oral Turinabol (esteroide androgénico) y experimentos con atletas para desarrollar nuevas drogas estimulantes no incluidas entre los fármacos. El nadador Raik Hanneman, medalla de plata en los campeonatos europeos de 1989, fue claro al explicar las razones que le llevaron a doparse: "era la única forma de integrarme en los privilegios del sistema: quería un apartamento, un coche y una buena educación. Eso sólo podía lograrlo gracias al deporte". Hanneman era un prisionero del sistema. El que se negaba al suministro de sustancias era apartado de la elite y la posibilidad de entrenar. La saltadora de longitud Heike Drechsler, de la RDA, ha mantenido su nivel, siempre entre las mejores del mundo, después de la reunificación alemana. Ella siempre lo negó, pero se la señala como conejillo de indias del régimen. Su colega Heike Henkel, saltadora de altura, abanderó una cruzada contra el dopaje: compitió siempre con camisetas con leyendas como "Athletics without doping" (Atletismo sin dopaje) y "In the top without doping" (En lo más alto, sin dopaje). En la piscina, la diáspora de deportistas autómatas que ya no baten records, es aún más sospechosa. Astrid Straus, ex campeona del mundo de 800 metros, obtuvo sus mejores éxitos en la pubertad. Al entrar en la veintena, su peso se disparó de forma desproporcionada. Compitió en una prueba de la Federación Internacional, y fue la primera nadadora de la RDA que descubrió el pastel que se había cocinado en la RDA en los 70 y los 80.
La Alemania Oriental queda segunda del medallero en los Juegos de Montreal 1976 |
Hasta entonces, marzo de 1992, sólo había referencias de médicos, entrenadores y nadadores, siempre referidas al pasado. Otras, como la ex plusmarquista mundial de 100 metros mariposa a finales de los años 70, Chistiane Knacke, reveló que llegó a tomar entre 10 y 15 píldoras diarias de esteroides: se vio obligada éticamente a declarar al comprobar los desarreglos hormonales que sufría su hija, el aborto que tuvo su compañera Andrea Pollack y las deformaciones de los dos hijos de la ex campeona mundial de 100 y 200 metros Barbara Krausse. La célebre Katrin Krabbe también perdió en marzo de 1994 el hijo que esperaba. Otras campeonas, como Kristin Otto, que ganó seis oros en Seúl 88, negaron todo repetidas veces con cierta indignación. Pero el catedrático de la universidad de Heidelberg Werner Franke, la dejó en evidencia en el diario Berliner Zeitung. En un control antidopaje realizado por las autoridades de la RDA en Bonn, en 1989, Otto, Daniela Hunger, Dagmar Hase y Heike Friedrich, las reinas de las piscinas en los 80, superaron hasta seis veces los niveles permitidos de testosterona. Todas acabaron saturadas de medallas en aquella competición. Tras la desaparición de la RDA, 300 médicos han emigrado a Austria, Italia, Hungría, China, Corea y España, según han denunciado algunos especialistas. Los Juegos de Seúl 88 marcan el punto de inflexión en la historia de las trampas, como apuntó el doctor Juan Manuel Alonso, de la Federación Española de Atletismo.
Laboratorios alemanes donde se producían los casos de dopaje |
Finalmente un tribunal alemán decretó que la máxima autoridad del deporte en Alemania Oriental, Manfred Ewald, y el médico Manfred Hoeppner eran culpables por "dopaje sistemático en deportes competitivos".
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